DESDE LA SECA, HASTA
ALICANTE
Eran los años de 1980, cuando aquel matrimonio sin hijos, una vez
jubilados de sus trabajos agrícolas, decidieron marcharse a visitar la zona de
Levante, donde unos vecinos de la vivienda habitual en La Seca, les habían hablado
maravillas, este matrimonio con su SEAT, 600, y con muchas ganas de disfrutar,
se decidieron ir sin ningún trayecto organizado, Salieron de la Villa
castellana, con dirección hacia Alicante, donde pasarían algunos días,
recorriendo sus playas y museos, para después continuar por El Campello, dándose
los paseos por sus playas y calles, para seguir camino a las Cuevas del
Candelabro, o Canalobre, en Busot, donde en la guerra civil española, se fabricaron
los motores de aviación, del ejercito republicano, que venían de Rusia, y que ahí
fueron donde se efectuaba su montaje, siendo un lugar apartado en la montaña
alicantina, donde al visitar la Cueva, no pudieron compararla con las bodegas
lasecanas, ya que está Cueva, es en vertical, por eso tuvieron que trazar una
plataforma en medio del recorrido que es de 108, metros, para tenerlo de taller
de montaje, luego más tarde, visitaron el Castillo de Busot, casi en ruina,
para seguir después, hacia Villajoyosa, lugar
donde visitarían sus dos fabricas de chocolate, que a la vez eran museos, El Valor,
y El Clavileño, recorriendo sus playas y desniveles al mar Mediterráneo. Sin
tardar mucho tiempo, llegaron a
Benidorm, lugar y paraíso de los muchos jubilados, de todas partes del mundo, Su ambiente les ilusiono, su playa de Levante
y a la vez la de Poniente, además de su famoso Balcón, les hicieron sentirse en
la gloria. Pasear por el centro de Benidorm, en las tardes de primavera, y
estar como turistas con ganas de probar de todo, era su mejor medicina para su
salud, En Benidorm estuvieron varios días, luego una vez visitado todo su
entorno, decidieron seguir el camino de Altea, donde sus laderas de arte y pintura,
les dieron ganas de quedarse allí, contemplando aquel mundo de bohemia y arte. Más
el camino a seguir les llevo hasta Calpe, donde su Peñón de Ifach, les dejo
maravillados, tratando de escalar hasta casi su cumbre, pasando por aquel túnel
de piedra, y pisando el camino de cabras que conduce a su cima, fueron dos días
de pasión y disfrute, hasta decidir continuar a un lugar medio escondido,
llamado Moraira. Su castillo pegando a su playa, con los pinares alrededor, y
sus calles medio morunas , con ambiente de turismo extranjero, les hicieron
sentirse, cómo sí estuvieran en un país africano, con el mar Mediterráneo en su
costa, siguiendo su camino, llegaron a Toulada, donde su licores, eran de
primera categoría, no tardaron mucho en llegar a Javea, con playas y laderas que
hacían el paisaje un misterio, para poder pasar hacia Denia, aquella subida tan
grande, aunque fue por la mañana temprano, el seiscientos se calentaba, y hubo que
airearle el motor subiendo su trampilla trasera. En Denia las playas estaban
unidas, junto a su embarcadero, grandioso, donde incluso salían barcos camino
de las Islas Baleares. Denia y su Castillo de San Fernando, lugar de mucha
historia, ya que allí pudieron contemplar, las vasijas de agua que los Fenicios,
trajeron en su viaje a nuestras costas españolas, y al ser Denia la punta más
sobresaliente de la Península Ibérica, fue el lugar de atraque de sus barcos.
Todo aquel recorrido, les hizo sentirse enamorados, de aquella tierra de sol
flores y amores, que ya se llevaban en el alma, incluso desde que visitaron Alcoy,
para conocer sus acantilados y sus cuatro plataformas, que componen su
localidad. Levante seria para siempre su segunda vivienda, que la usarían para
todos sus inviernos, y que la visitarían hasta que su vida llegaría al final en
el siglo XXI, y que sobre su suelo llegaron a vivir, una segunda juventud,
visitando y a la vez bailando en diferentes lugares, para sentirse mucho más jóvenes, y a la vez tener contactos, con personas de
diferentes nacionalidades y costumbres, y llevándose en su memoria, las vistas
del Castillo de Santa Barbará de Alicante, que les acompañaría hasta su final
de vida, en la Castilla Profunda. G X Cantalapiedra.
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