jueves, 13 de febrero de 2014

GARILLANOS Y YO

GARILLANOS Y YO En una hermosa villa de Castilla, nació el famoso burro Garillanos, fue sobre los años 1950, era un burro de pelo negro, con una flamante crin, orejas de gran tamaño, y una cola bastante larga. De buche demostró sus habilidades haciendo con sus brincos y piruetas la alegría de los hijos de su dueño. Al cumplir dos años el burro Garillanos empezó a ser un animal de carga, a la vez que yo, el hijo de su dueño, empecé a jugar con sus grandes orejas, que solamente se dejaba tocar por mi, que era un niño de seis años, Garillanos todos los días del año salía a pasearse por el patio corral donde estiraba sus patas y de vez en cuando soltaba algún rebuzno. No tardé mucho en enseñarle a darme su mano derecha, sin tener ningún miedo al pasar por debajo de su panza, aun con la regañina de mi Padre, Yo de vez en cuando le daba de comer una hierba parecida a la alfalfa, se llamaba mielgas, y era para Garillanos el mejor regalo que podía tener. Un día un amigo mío de la infancia, me comento en el colegio, oyes tu podrías enseñar a Garillanos a que fuera un burro con intenciones de ser un poco novillo. Aquella frase se me hizo muy pronto una asignatura pendiente, yo solo contaría con unos ocho años, cuando un jueves por la tarde que teníamos descanso en el colegio, mi amigo se acerco a buscarme a mi casa, y me comento, podrías enseñar a Garillanos hacer de toro, sin pensarlo dos veces, saque a Garillanos de la cuadra donde dulcemente descansaba, el compañero de Garillanos, era un burro con muy malas pulgas, y mi Padre le tenia siempre en la parte de dentro, para que no pudiera dar coces a toda mi familia, ya que algunas veces se cabreaba, y soltaba su pata trasera contra la pared. ese otro burro se llamaba Gallardo. Garillanos aquel buen jueves salió de la cuadra hacia donde estaba la gran pila de piedra, que era el lugar donde calmaba su sed, llamado bebedero, Mi amigo después que Garillanos había bebido agua, le grito para que anduviera por el patio. Pero ahí empezó nuestra sorpresa, Garillanos hizo intención de seguirle como si fuera un toro, mi amigo exclamó, ves lo que te había dicho, con tu burro nos podemos divertir algún rato, que tu Padre no este en casa. Garillanos hizo varios intentos de pillarle a mi amigo y darle un escarmiento. Después de un largo rato con dicho juego, mi amigo me dijo, suelta el otro burro para que haga de cabestro. Sin dudarlo solté al burro Gallardo que fue derecho a la pila de beber, al intentar que diera la vuelta al patio, soltó varias coces como protestando por aquella pequeña diversión que tuvimos los dos amigos. Garillanos entro en su aposento, y yo le acaricie como hacia siempre, el me restregaba su cabeza con mi cuerpo, y yo le tocaba su crin y le agarraba sus grandes orejas, siempre le echaba de comer, algún brazado de mielgas o grama lavada, Garillanos me lo agradecía con su mirada de burro bueno, yo siempre le trate de cuidar lo mejor posible, y cuando con nueve años empecé a ser una ayuda para mi familia en verano, el era mi trasporte normal, cuando me tenia que subir sobre su albarda, el agachaba su cuello para hacer de ascensor conmigo, Garillanos conocía todas las fincas donde mi Padre trabajaba, y yo le solía llevar el almuerzo a mi Padre. Cuando en la distancia veía al compañero Gallardo, caminaba como una locomotora, se le venían las prisas encima, y yo tenia que agarrarme para no caer de su montura. Los inviernos de aquella época estuvieron llenos de anécdotas, que aun recuerdan en mi Villa los amigos de mi infancia, En la clase del colegio, uno de mis amigos preparaba la cartelera del programa, de la corrida de burros en el patio de mi casa, y el jueves por la tarde que mi Padre no se llevaba a los burros a trabajar, preparábamos la fiesta en el corral patio, donde la manojera echa de leña de sarmientos, era el tablado para las niñas y niños pequeños, y los mayores alrededor del carro, evitando la arrancada de Garillanos, que echaba sus orejas hacia atrás, y era como un toro sin astas.

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